HISTORIA DE LA ESGRIMA

Los Faraones Inventaron la Careta y las Competencias de Esgrima

Antes de los Juegos Olímpicos de la Grecia antigua, hace más de cuatro siglos, los egipcios ya celebraban competencias deportivas. Un ejemplo ilustrativo es el bajorrelieve del templo de Médinet-About en el Alto Egipto, construido por Ramsés III en 1190 A.C., el cual detalla con precisión cómo se desarrollaban estas competencias. En la antigüedad, los guerreros utilizaban armas que se asemejaban a «bastones con placas» y poseían un botón que minimizaba la probabilidad de heridas. En este sentido, sus manos estaban protegidas por guardias similares a las de los sables y algunos esgrimistas incluso utilizaban caretas para salvaguardar sus rostros. El brazo no armado servía para bloquear los ataques y se protegía mediante escudos especiales. Los jeroglíficos dejan entrever que los adversarios se desafiaban mutuamente diciendo «En guardia… y observa lo que va a hacer mi valiente mano», mientras los espectadores alentaban a sus favoritos con frases como «Avanza! ¡o excelente combatiente!». Los vencedores extendían su saludo al faraón y su séquito, mientras que el público estaba compuesto por asirios, libios y egipcios. El jurado y los organizadores se distinguían por la pluma que portaban, y un escriba anotaba los resultados de la competición en un papiro.

Templo de Ramses III. Club y escuela de Esgrima

La Esgrima y los Juegos del Olimpo

Es necesario atravesar las épocas y transportarse a Grecia para encontrar en la hoplomaquia (combate con armas uno a uno) los rastros de una competencia en donde se ofrecían premios a los vencedores, ya fueran «hombres hechos y derechos o niños». Muchos de nosotros sabemos que la esgrima figuraba en el programa de los primeros juegos olímpicos de la nueva era, en 1896; pero muchos ignoran que seguramente también figuró en los primeros Juegos olímpicos, en 776 A.C. Atentos en formar también el cuerpo y el espíritu de su juventud, los griegos habían favorecido todos los juegos que preparaban a la profesión de las armas. Combates olímpicos en donde los atletas (palabra derivada del griego «combate») debían ser griegos, libres y sin reproche.

Si desafortunadamente desconocemos los primeros premios atribuidos durante estas pruebas, en el Diccionario de las antigüedades Griegas y Romanas, se nos enseña que en el III siglo, en Téos, Grecia, al hoplomacus (maestro de armas) se le pagaban 300 dracmas: mucho más que al maestro de tiro al arco o al de jabalina.

Este libro evoca dos maestros de gran reputación del siglo V, Euthydeme y Dyonysodore, que enseñaban la hoplomaquia (esgrima) a cambio de una buena cantidad de dinero.

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La Esgrima de punta de los Romanos

En 648 A.C., la enseñanza de la esgrima o “armatura”, fue introducida en los campos romanos por el cónsul Rutilius, con el fin de que «el valor se una al arte y el arte al valor». Así, la esgrima se fortalece con el ímpetu del valor, mientras que el valor toma de la esgrima la ciencia y la destreza.

La esgrima se practicaba con dos manos: una paraba los golpes con la ayuda del escudo, la otra los daba con la espada. Los oficiales instructores (lanistas, campiductores o rudiaires) privaban de trigo a los malos alumnos, pero les daban grandes porciones de cebada y latigazos (Virgilio, La Eneida, libro I). Sus «doctores armorum» establecieron reglas para evitar o dar un golpe más diestramente. En este caso, aconsejaban el uso del golpe con la punta, más mortal que los golpes con el filo.

HISTORIA DE LA ESGRIMA

De la Caballería a las finas Armas

Para el caballero o el jinete, la esgrima formaba parte de la buena educación que tenía que recibir antes de su consagración por “la armadura” o “la investidura”. El oficio de las armas era largo y pesado para el joven noble, hasta el día solemne en donde al fin la espada bendecida, símbolo de gloria, de justicia y de valor moral, le era entregada con el escudo y la lanza.

Una vez terminada la iniciación y dada la acolada, se dejaba ir al noble caballero a los combates singulares para la defensa de los débiles y de los oprimidos, pero también a los torneos que representaban una fuente de beneficios: el caballero recibía el caballo y la armadura del adversario que él había vencido con las armas de la corte o embotadas.

La llegada de las armas de fuego y el invento de Gutenberg fueron decisivas para la esgrima, que vio sus armas aligeradas y sus técnicas popularizadas. Antes de estos inventos, esta ocupación principal de la nobleza y de la élite de la sociedad era sobre todo una ciencia oculta y las estocadas secretas eran tan buscadas como la piedra filosofal o el elixir de la vida eterna. De este conocimiento dependía, más que la vida, la justicia y el honor.

Historia de la Esgrima

La Esgrima para el Honor, la Justicia y la Fé

En los siglos XIIº y XIIIº, ya se veían en Francia los «donadores de lecciones» y de consejos de esgrima, cuya función era preparar al duelo judicial y a veces, pagando una fuerte cantidad de dinero, remplazar en el terreno a las personas involucradas. Eran los abogados de armas, que luego se volvieron los “bravi” de Lombardia y los “maistres” jugadores y esgrimistas de espada. Los duelos judiciales tuvieron lugar hasta el siglo XVI. La verdad y el buen juicio no podían más que triunfar en estos “juicios de Dios” en donde la espada decidía y separaba lo verdadero de lo falso, la fe, cuya gloria sólo era vanidad, exaltaba el valor a través del filtro de un propósito extremadamente moral. Después de algunos errores judiciales en donde «la mano de Dios» tuvo menos peso que el poder de la esgrima, la ordalía (del antiguo inglés ordal y del germánico urthel) fue suprimido finalmente en beneficio de una justicia más humana.

Resulta que los símbolos de la espada y de la justicia atravesaron los siglos y todavía hoy son asociados, impregnando la esgrima de una fuerte ética.

Renacimiento de la esgrima, un talento de corte

La esgrima de punta, que según Vegece permitió el éxito de los soldados romanos, es casi inexistente en la Edad media, pues la única ley en aquel entonces es la del más fuerte. En los combates la masa de armas, el hacha de armas, la alabarda o la espada con dos manos no podían adaptarse a la fineza de la esgrima de punta.

Por lo tanto, esta técnica reaparece en el siglo XVI. Las armaduras desaparecen, pues el “trueno de la tierra”, la pólvora, las volvió obsoletas. Debido a esto, las armas se modifican, las espadas se vuelven poco a poco un elemento vestimentario: no son forzosamente más cortas, pero su centro de gravedad es llevado hacia la mano. A partir de ese momento son más ligeras y se agarran con una sola mano. Los métodos italiano y español se difunden en Francia, preconizando la superioridad del golpe de punta y detallando las diferentes técnicas de ataque y de defensa.

 Los abogados de armas, los maistres jugadores y esgrimistas de espada primero orientaban su enseñanza sobre la defensa que consistía en mantener al adversario a distancia (la “misura” o medida), a esquivar los golpes o a “arrojarse” al ataque adverso. La segunda preocupación era la búsqueda del “tempo”, momento propicio para atacar, del adversario. Debido al aligeramiento de las armas y de su toma con una sola mano, la defensiva fue encargada al otro brazo. Este brazo primero estará armado con un escudo o broquel, un brachium o rodela, después con una daga o hasta con un manto enrollado.

El perfeccionamiento de la guardia de las armas va a permitir después reunir en una sola arma la ofensiva y la defensiva; algunos ven el verdadero renacimiento de la esgrima. Así veremos guardias complicadas, atormentadas, en las cuales la hoja adversa debía perderse, bloquearse o romperse. Finalmente aparece la espada o el espadón, con cazoleta profunda, cubriendo bien la mano. Su utilización, combinada con la de la daga, va a permitir aumentar el potencial defensivo y ofensivo, siempre asegurando el ataque

El auge de la Esgrima italiana

Los autores y maestros españoles Pons de Perpignan y Pedros de Torre marcaron la esgrima con una huella universal y el antuerpiense Gérard Thibaulst se inspiró de su enseñanza para escribir en 1628 un libro que se volverá célebre en el medio esgrimístico, “Académie de l’Espée”, una obra tan interesante por las láminas y a veces tan indigesta por el texto. Pero la fría y un poco pretenciosa seriedad de la esgrima española pasa de moda a principios del siglo XVII, dejando el camino libre a la esgrima italiana.

Los maestros de armas italianos afluyeron a la corte de los reyes de Francia, de Charles IX a Louis XIII. Permanecieron hasta la Revolución. Los más conocidos son Pompée y Silvie. Por su parte, los maestros franceses no dudaron en frecuentar las salas de armas de la península. Ahí se encontraron con la nobleza francesa, ávida de duelos, que prefería la defensa de su espada a la de los abogados del rey.

En esta época los progresos de la esgrima italiana y francesa van a la par, como atestiguan los encuentros y duelos clamorosos entre las dos naciones, pero también los tratados de esgrima que empiezan a florecer: Agrippa (1553), Marozzo (1566), Fabris (1603), Capo Ferro (1610), etc. Pero es verdaderamente con Viggiani que el «desarrollo» del esgrimista deja de ser una palabra vana para volverse una técnica en pleno derecho: las guardias, la medida y el momento favorable para el ataque (tempo) aparecen como las principales preocupaciones.

Esgrima francesa, el florete convencional

Antes de la mitad del siglo XVII, hay pocos franceses entre los maestros célebres; Noël Carré, Jacques Ferron, el Flamenco, Petit – Jean y por supuesto Sainct -Didier, son los únicos maistres en faict de armas conocidos que hayan enseñado la noble ciencia de las armas a la corte más pendenciera del mundo.

Henry de Sainct-Didier no fue solamente el primer autor francés (1573), el primero en hablarnos del «floures» o florete, sino también el primer verdadero pedagogo. Será imitado solamente 60 años más tarde, en 1635, por Le Perche del Coudray: raros son los diestros tan hábiles tanto en el manejo de la hoja como el de la pluma, aún si la esgrima y la escritura se parecen cada vez más.

Molière no hará nada para acercar estas «ciencias» a sus maestros, sin embargo, su Bourgeois Gentilhomme será un documento remarcable en varios aspectos. Resumirá muy atinadamente la esgrima como el «arte de tocar sin ser tocado». Así, en el combate, todo el arte consistía primero en no ser tocado y en tocar si se podía.

El método francés empieza a distinguirse verdaderamente con Louis XIV (a quien se le debe el acortamiento de la espada de corte), sobre todo con la adopción del florete corto, terminado con un esteuf o botón. La esgrima de punta se perfecciona, los movimientos son más rápidos y más complicados y no son frenados más que por la ausencia de la careta, que frena el ímpetu de los tiradores. Para evitar los accidentes, cada tirador daba un golpe simple que el adversario pretendía parar sin contestar; el atacante se levantaba y esperaba la respuesta de su adversario (a tiempo perdido). Sin remise ni arrestos que hubieran podido desorientar la punta

El nacimiento de la Esgrima Moderna

Las reglas y la convención permitieron a la esgrima “del tocado” llegar a lo más alto de las armas para no dejarlo nunca más. Este juego cortés y elegante del florete correspondía muy bien al juego también tan convencional de la corte del rey de Francia Louis XIV. Sin embargo, fuera de la corte y la sala de armas, a veces se olvidaban las convenciones para dar lugar al duelo: las elegancias no siempre eran de rigor y la esgrima era más realista y a menudo más mortal.

Progreso y expansión de la esgrima

La clasificación de las acciones, la definición de los términos y los métodos de enseñanza fueron establecidos progresivamente por los maestros franceses que dejaron escritos destacables: Le Perche du Coudray (maestro de armas de Cyrano) en 1635 y 1676, Besnard en 1653 (maître de Descartes), de la Touche en 1670, Labat de Toulon en 1690.

La frase de armas fue creada realmente en el momento de la aparición de la careta con enrejado metálico (remplazando las de hierro blanco con aperturas), a la cual Girard ya hace referencia en 1736 y que permite las remises, los arrestos, los redobles y contra-ripostas. La Boëssière (padre) demuestra la importancia de esta careta y la impone.

Los maestros Danet (1766) y La Boëssière (1766) aportaron su toque a la elaboración de un método francés al mismo tiempo revolucionario y convencional. Convencional se estaba volviendo, puesto que era cada vez más codificado y reglamentado en su práctica. Revolucionario era por la técnica, pero sobre todo porque la Revolución había cambiado las mentalidades. La nobleza, o lo que quedaba de ella, ya no era la única en querer utilizar la espada y poder hacerlo; los burgueses y los escritores frecuentaban cada vez más la sala de armas y los lugares de duelo. La libertad progresaba de cada lado de la empuñadura.  

La esgrima moderna nació verdaderamente a principios del siglo XIX, el romanticismo la consagró gracias a maestros como Lafaugère (1815), Gomard (1845), Grisier (1867), Cordelois (1872), o Bertrand, tirador incomparable y demostrador excepcional que modificó la guardia, perfeccionó la riposta, estableció las reglas para los tempos, los golpes de arrestos, las remises y los redobles.

La esgrima, arte deportivo

A finales del siglo XIX, se consolida la evolución de la trinidad de las armas – espada, sable y florete – pero no forzosamente su cohabitación. Entre “arte” y “deporte” habrá que escoger pronto.

Si la esgrima se volvió un deporte, en parte se lo debe a la espada. Esta arma era por definición el arma de duelo, debía ser enseñada en las salas y con ella, el realismo empieza a prevalecer sobre el romanticismo.

Alrededor de 1890 se empieza a hablar de esgrima deportiva. Los revolucionarios sugieren hacer “juzgar” los asaltos y contar los tocados de botón ¡Que revolución! ¿La primera regla del asalto no era la lealtad? Todavía no se pronuncia la palabra “match”, sino “duelo blanco”, con un árbitro y cuatro testigos, pero el marcador importaba menos que la manera y la velocidad relativa de los golpes.

La esgrima italiana y francesa se disputan todavía la gloria de las armas en la espada y en el florete, a veces “desabotonados”, mientras que el sable ya toma la dirección del Este.

Poco a poco, la práctica del deporte se organiza y aparecen las competencias. En abril de 1891 tiene lugar el famoso asalto de florete entre Louis Mérignac y Eugénio Pini, que fue ganado “oficiosamente” por Mérignac, apodado el Gran jefe.

En 1892 se efectúa el primer campeonato escolar de florete, por eliminación directa en un tocado, excepto en final en donde Bétoland venció a J.-J. Renaud 4 a 3.

En 1895, el periódico “Esgrima francesa” organiza un torneo con invitaciones entre cuatro italianos y cuatro franceses. El resultado importaba poco, sin embargo, fue muy discutido.

En 1896, el florete y el sable figuran en los J.O. de Atenas, la espada aparece en los de París, en 1900 y los encuentros por equipos en 1908. El florete femenino nace en 1924, la espada femenina esperará hasta 1996 y el sable femenino en el siglo XXI.

El torneo internacional de 1905 aplicará la regla de validez de los tocados al brazo armado doblado, pero más que la validez de los tocados, su materialidad empezaba a preocupar seriamente a los árbitros. Hubo que esperar hasta 1931 para que se experimente el primer aparato de control eléctrico. Desde 1955, la frase de armas del florete puede ser controlada eléctricamente gracias al milanés Carmina, la del sable esperará hasta el último decenio del siglo XX.

La esgrima sigue atenta a los progresos tecnológicos, aún si a veces toman tiempo en manifestarse y en ser aceptados.

Federación Internacional de Esgrima

Después de los problemas que surgieron en los J.O. de 1908 (supresión del florete por razones de reglamento) y de 1912 que ocasionaron el boycot de Francia de los Juegos de Estocolmo, bajo la iniciativa de René Lacroix, el 29 de noviembre de 1913, en los salones del Automóvil Club de Francia, se creó la FIE. Esta adopta los primeros reglamentos de espada (redactados por el marqués de Chasseloup- Laubat, un francés), de florete (redactados por el maestro Camille Prévost, otro francés) y de sable (redactados por el húngaro Bela Nagy). La esgrima se abre hacia los torneos europeos y olímpicos con reglas muy precisas.

Estos reglamentos, desde esta fecha histórica, han sufrido algunas modificaciones y mejoras: los materiales, armamentos y equipos se dirigen siempre hacia una mayor seguridad y fiabilidad, los reglamentos de las pruebas estructuran los valores, el tempo y los comportamientos.

La FIE cuya sede se encuentra en Lausana, agrupa actualmente 127 federaciones nacionales de esgrima presididas por el único francés presidente de una federación internacional deportiva, René Roch. Los presidentes sucesivos fueron: Albert Feyerik, André Maginot, G. Van Rossem, E. Empeyta, Paul Anspach, Jacques Coutrot, G. Mazzini, Pierre Ferri, M. De Capriles, P. Ferri, G. C. Brusati, R. Boitelle, René Roch actual presidente.

La señalización de los tocados A finales del siglo XIX, todavía se tenía confianza en la “palabra de honor” de los tiradores para contar los tocados. Después aparecieron las famosas puntas de arresto, que se soldaban al extremo de la espada y que se recubrían parcialmente con hilo pegajoso. La punta que quedaba debía enganchar la chaquetilla adversa sin traspasarla…lo que hacía a menudo.